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Historia del pueblo

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A la sombra del Cabimontero, en plena Sierra La Hez y entre los valles del Jubera y el Cidacos, se encuentra la Villa de Ocón. La que fue durante siglos cabeza del señorío de Ocón muestra su longeva historia a través las piedas que siguen persistiendo el paso de los años y se levantan mostrando las raices de esta población, sus leyendas, tradiciones y cultura. 

 

En este pueblo los habitantes no son muy numerosos, y de hecho varían bastante dependiendo de las temporadas: el activo verano lleno de juventud contrasta con los inviernos, en los que pocos habitantes resisten el frío. Pero no se trata de un pueblo olvidado, pues la gente aquí es muy activa, interacciona con el resto del valle a través de distintas actividades y posee importancia histórica y es a ella a la que nos vamos a referir en este apartado.

Para remontarse a los primeros pobladores que se conocieron en estas tierras hay que remontarse al pueblo prerromano de los berones. Sus  fronteras naturales iban desde el rio Tirón hasta el Leza y desde el Ebro hasta las sierras de Cebollera, Pineda y el hayedo de Santiago.

 Posteriormente,  el territorio se vio ocupado por los romanos, y cuentan que fue Octavio Cesar Augusto quien fundó Ocón dándole el nombre de Octaviola, donde actualmente se encuentra La Villa. De hecho, un anónimo cronista del siglo XVII explicó en un manuscrito que Ocón había sido fundado por Augusto y que era un lugar muy bien defendido y fortificado, gracias a su posición geográfica tan estratégica. En cuanto a los habitantes, se sabe que sus ocupaciones principales eran forestales y de caza.

Al igual que el resto del territorio riojano, tras los romanos no faltó la presencia árabe. Testimonio de ello son las leyendas que quedaron y que se han trasmitido hasta nuestros de ellas. Una de ellas, tal y como nos relata Carlos Blanco al hablar del castillo, es la de un  tesoro que fue  enterrado por los moros en retirada.

Ya entre 1004 y 1035 Ocón fue conquistada por Sancho el grande de Navarra y García el de Nájera, su hijo, que al casarse con Estefanía Berenguer en 1054 recibió en arras. Durante la minoría de edad de Alfonso VIII de Castilla, el rey de Navarra luchó por recuperar los territorios de La Rioja que habían sido arrebatados por Castilla. De octubre de 1162 a marzo del año siguiente los navarros ocuparon numerosos territorios entre los que se encuentra Ocón. En 1173 los castellanos inician la recuperación de La Rioja y aliados con Aragón recuperar tierras como Ocón.

En 1174 Alfonso VIII le concede a Ocón su fuero, con lo que designa en el alcalde el ejercicio de administración de justicia y en consejo se establece el recurso de alzada ante el rey.

En 1176 los reyes Alfonso VIII de Castilla y Sancho el Sabio e Navarra decidieron resolver sus diferencias territoriales teniendo como árbitro al rey inglés Enrique II. Entre las plazas que pide el rey navarro se encuentra Ocón, pero tal reclamación no prosperó. Posteriormente fue concedido a Ramiro Sánchez por Enrique de Trastámara, pero este traicionó al rey al pasar a luchar a las filas del rey navarro, por lo que el señorío de Ocón pasó a manos del repostero mayor Juan I, Diego Gómez de Manrique. A partir del 2 de febrero de 1379, Ocón perteneció al señorío de los condes de Treviño y posteriormente a sus descendientes, los duques de Nájera. Y así, el castillo y La Villa fueron propiedad de estos nobles hasta la extinción de los señoríos jurisdiccionales.

Tras la reconquista del pueblo, este se pobló de árabes judíos y cristianos, y se fundaron barrios.

Son importantes por la vigencia que tienen todavía hoy las reliquias de San Cosme y San Damián a las que se edificó posteriormente en 1570 la capilla que hoy existe en la parroquia de San Miguel encontradas por una pastorcilla a principios del siglo XV en la actual Fuente de los Santos. En 1612 se fundó la cofradía de ambos santos y en 1630 san  Cosme y san Damián fueron nombrados patronos y abogados de su tierra obligando a los vecinos a asistir el día 13 de mayo de procesión de penitencia. Esta devoción al principio la sentía todo el valle, pero al final esta quedó reducida a la zona de La Villa.

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